Viento solar

Te duele,

Te duele saber que era un castillo de arena
un montículo de tierra que el mar destruye
un puñado de granos humedos sin alma
solo piel.

Tus manos lo abrazaron.
Moldearon tus sueños en su cuerpo.
En cada intersticio,
se podían leer los vestigios de Agosto.
Sol y viento en verano.
La imagen del paraiso perdido.

Basto solo un leve oleaje
y cada granulo se dejo mecer
se dejó arrastrar al fondo
llevandose las noches y los cuentos de dormir
de ti, oh niño insomne
y con ellos tu inocencia.

Ay! Mar,
No solo te llevaste un castillo.
Le arrebataste el tiempo a una visión,
le quitaste la morada al viento
Permitiste
que el dique invulnerable que retenía
la fuente de los ojos de un niño
se agrietara y dejara fluir su amargura.

Llora oh pequeño,
solloza, grita, muerdete los labios.
Deja que el mar se lleve tu obra
Es por tu bien.
Aprenderás que el Viento
nunca necesitó de un castillo para guarecerse.
Tampoco tu, pues tu alma le pertenece.
Que más lecho que el mar
sobre el cual descansen para siempre tus sueños?

Es la Arena quien te necesita.
Eres lo que la separa de su mundo inerte.
De ser huella y sendero de un caminante,
que pasa sobre ella y la aplasta
sumergiendola en su miseria.
Tu soplo la convierte en tormenta...
la elevas y le regalas un pedazo de cielo
Pero cuando callas, no es más
que el rocío estéril del desierto.

Tu destino no está ahi.
Está mas allá del punto comun de ocaso y aurora
ese sitio donde el sol abraza al mar
donde miran tus ojos
justo cuando se cierran para dormir.
Cuando dejas este mundo,
para encontrar el rumbo de tu alma
más alla del horizonte de esta tierra.

Si señor, allá mismo en las estrellas.